Hoy, día de Acción de Gracias quiero agradecer por todas las oportunidades que me ha dado la vida. Realmente, todos los días tomo un tiempo para agradecer, ya sea en la mañana o en la noche, antes de ir a dormir. Siempre agradezco por un nuevo amanecer, por los eventos que surgieron en ese día, y por las lecciones de vida. Sin embargo, no siempre me tomo el tiempo de agradecerle a mi cuerpo. Hoy quiero hacerme consciente de ello y comprometerme con esta práctica. Es mucho lo que tengo que agradecerle, sobre todo después de varios años en los que permaneció en estado de hambruna. Durante ese tiempo, mi cuerpo mandaba señales para dejarme saber que algo no estaba bien, y me rehusaba a escucharlo. Recuerdo que, durante todo ese tiempo, me permitió funcionar, me permitió entrar a tratamiento, me dio la oportunidad de continuar nuestro camino hacia la recuperación. Teníamos que sanar juntos. Mi cuerpo me permite vivir la vida a plenitud, más allá de como se vea o los demás lo perciban. Mi cuerpo es funcional; y por eso le estoy eternamente agradecida. Cuando se sufre de un Trastorno de la Conducta Alimentaria o se experimenta un gran periodo de inanición (como sucede en las dietas restrictivas) el cuerpo batalla con todas sus fuerzas para sostener el peso o estado saludable. Muchas veces, nos aferramos a un ideal o a un peso que quizás no está hecho para nosotros genéticamente, y nuestro cuerpo combate cuando siente que no hay suficientes recursos para mantener ese estado energético necesario. El cuerpo no puede distinguir a una dieta de un estado de inanición y trata de compensar de alguna forma u otra por esa pérdida energética; para que nuestro cerebro pueda procesar toda la información que recibe y pueda enviar los mensajes a nuestras células y a todos nuestros órganos. Todo esto con el objetivo de ser personas funcionales en el día a día; de mantenernos vivos. Algo bastante similar ocurre tanto en los TCA como en las dietas restrictivas. Por eso le doy gracias, porque a pesar de todo lo que luchó, nunca se rindió.
Le agradezco a mi cuerpo porque, independientemente me guste como se vea o la forma que tenga, es un cuerpo funcional. He aprendido a apreciar a mi cuerpo por todas las cosas que me permite hacer. Mi cuerpo me permite bailar, me permite correr, me permite ejercitarme; me permite viajar, me permite hacer mis quehaceres, me permite vivir. El camino no ha sido fácil, han sido muchos años de lucha, pero agradezco a la vida por todas estas experiencias de aprendizaje y crecimiento. Sobre todo, agradezco a mi cuerpo por permitirme sentir viva.